El distemper canino
Preocupante. Las infecciones bacterianas secundarias a menudo complican la recuperación del can. La presentación aguda de la enfermedad es la forma más común de expresarse.
En la actualidad, el médico veterinario dedicado a animales de compañía se enfrenta a una variada problemática, siendo una de la más complicadas la que implica el manejo de enfermedades de origen viral, dentro de las cuales se encuentra el Distemper Canino, enfermedad de afección multisistémica altamente contagiosa de distribución mundial, con alta morbilidad y mortalidad. Aunque los cachorros menores de 1 año son los de mayor susceptibilidad, esta puede afectar a caninos en cualquier etapa de su vida. Por lo expuesto, se trata de una enfermedad viral con mayor frecuencia en la consulta de las clínicas de animales de compañía que muestra signos de deterioro respiratorio, digestivo y nervioso, que varía enormemente dependiendo de la cepa viral, la dosis infectiva y la respuesta inmune de cada paciente.
El agente etiológico es un miembro del género Morbilivirus de la familia Paramyxoviridae y está relacionado cercanamente a los virus del Sarampión y Morbilivirus de los cetáceos.
El virus en tejidos y secreciones sobrevive aproximadamente una hora a 37°C, y por tres horas a 20°C. En temperaturas frías de 0°C a 4°C puede persistir en el ambiente por semanas y a - 65°C, al menos siete años. El virus es susceptible a la lejía y al amonio cuaternario 0.3 %.
La transmisión ocurre directamente por aerosoles o a través de excreciones oculares y nasales, orina y heces. El virus es muy sensible en el medio ambiente y se inactiva rápidamente por lo que la contaminación indirecta es rara.
Los cachorros que no han sido vacunados, han sido vacunados inadecuadamente, o no han recibido calostro; aparentemente sufren de una enfermedad más prolongada y grave, y tienen mayores tasas de mortalidad.
Una enfermedad agresiva
La presentación aguda de la enfermedad es la forma más común. El período de incubación (desde la infección hasta la aparición de signos clínicos) normalmente es de 7 a 14 días. Entre los 3 a 7 días, se presenta fiebre y leucopenia que casi siempre pasan inadvertidas. La fiebre disminuye durante algunos días hasta que se desarrolla una segunda fase febril, que normalmente va acompañada de conjuntivitis, rinitis y anorexia. Los signos gastrointestinales y respiratorios como tos, diarrea, vómitos, anorexia, deshidratación y pérdida de peso pueden seguir a continuación. Las infecciones bacterianas secundarias a menudo complican este cuadro.
Los signos del sistema nervioso central pueden desarrollarse a partir de la enfermedad sistémica como un encéfalo mielitis aguda. La presentación neurológica incluye contracciones bruscas involuntarias localizadas de un músculo o grupo de músculos, paresia o parálisis que comienzan a menudo en miembros posteriores (ataxia), convulsiones, sialorrea, movimientos masticatorios, pedaleo de los miembros, micción involuntaria y/o defecación, hiperestesia, vocalización, reacciones de miedo y ceguera.
Dependiendo de la severidad de la infección, todos o ninguno de los signos neurológicos pueden ser evidentes. Después de la recuperación del distemper agudo o de una presentación inaparente, los trastornos neurológicos pueden tardar en presentarse algunas semanas o hasta meses.
Para el diagnóstico es importante realizar un minucioso examen clínico. Para confirmar las sospechas se debe de contar con acceso a laboratorios de referencia que cuenten con la tecnología adecuada, siendo el hemograma una prueba de tamiz, al alcance de muchos propietarios y profesionales, pasando por la inmunocromatografía y los test de Elisa, los más confiables.
Los datos hematológicos anormales que incluyen leucopenia, linfopenia severa ( < 1000 linfocitos es altamente sospechoso de infección); la trombocitopenia tan baja como 30 000 células, y anemia regenerativa de grado variable son hallazgos comunes en hemogramas de perros infectados.
Nada como la prevención
Respecto al tratamiento no existe uno específico. Las medidas terapéuticas son sintomáticas y de sostén, están dirigidas a limitar la invasión bacteriana secundaria con la utilización de antibiótico de amplio espectro, apoyar el equilibrio de líquidos en caso de problemas respiratorios, expectorantes y broncodilatadores. Es vital mantener el bienestar general del paciente y controlar las manifestaciones nerviosas.
La prevención, con vacunas a virus vivo modificado son la mejor arma para prevenir la enfermedad, esta se puede iniciar en cachorros sanos desde los 45 días y debe repetirse todos los años. Los grupos de riesgo son los cachorros y perros viejos.
Parto acuático
Alternativa. Estudios afirman que es una técnica segura y que proporciona grandes ventajas para la madre.
La experiencia de un parto doloroso es una idea terrorífica para las mujeres en general. Pasar casi 24 horas en trabajo de parto para las primíparas y casi 12, en multíparas, sin la preparación y técnica apropiada, harán de esta vivencia un momento de angustia y tensión que podrían terminar en una intervención quirúrgica. Por esta razón, los profesionales de la salud proponen como eficaz alternativa, a los métodos tradicionales de atención, la utilización del agua como elemento relajante que da a la gestante de bajo riesgo, la oportunidad de un parto natural, rápido y sin dolor, permitiendo a la familia, en especial a las madres, recordar el parto como un acontecimiento satisfactorio, único y maravilloso.
El parto bajo el agua no es nuevo; la historia nos enseña que la mujer como, cualquier mamífero hembra, busca instintivamente un lugar privado, tranquilo y de poca luz al momento de parir, estando antiguamente entre sus opciones playas, ríos, acequias, etc.
Bárbara Harper, fundadora y directora del Servicio Internacional de Investigación de Parto en el Agua, refiere lo siguiente: “Los nativos, cuyas culturas se desarrollan en climas tropicales con aguas calientes tienen fácil acceso al océano, a charcos de agua caliente, a fuentes termales y a ríos, lugares donde es posible relajarse del dolor del trabajo de parto y parir a sus bebés”. El primer parto en medicina publicado a nivel mundial se reportó por el Dr. Michel Odent (Francia, 1803) durante una terapia de relajación que se le practicaba a una gestante dentro de una tina con agua caliente, cuando accidentalmente nació el bebé en el agua sin mostrar problemas posteriores para él y la madre.
Con el paso de los años, las investigaciones han demostrado que el parto acuático es una técnica segura y de grandes ventajas para la madre. Es necesario conocer el momento más apropiado para ingresar al agua, Harper señala: “Algunas veces, el agua, si se utiliza demasiado pronto, puede lentificar o parar el trabajo de parto. Por otro lado, si las contracciones son fuertes y regulares, pero el cuello está poco o nada dilatado, se puede utilizar el agua para ayudar a que la mujer se relaje y favorecer así la dilatación”.
Se recomienda que el ingreso de la gestante sea durante la segunda etapa del trabajo de parto, es decir, cuando la madre se encuentra en 5 o 6 cm de dilatación, hacerlo antes podría retrasar su evolución. También mantener la temperatura es un aspecto importante, de acuerdo a Enrique Lebrero: “La temperatura del agua debe mantenerse a 37 °C o menos, pero sin tener sensación de frescor. Una temperatura más alta podría producir alteraciones fisiológicas”.
Aunque en esta técnica la intervención del profesional de la salud pasa a ser la de un observador, ya que le proporciona a la madre una mayor responsabilidad sobre el proceso, no se deben obviar los exámenes de rutina, sobre todo la evaluación de la frecuencia cardiaca fetal.
Después de permanecer aproximadamente dos horas en el agua, y una vez que las mujeres tienen el deseo involuntario de empujar, puede producirse el parto dentro o fuera de la tina.
Inmediatamente después de emerger el bebé es importante el contacto piel a piel con la madre hasta la salida de la placenta, esto estimulará las contracciones y harán que esta se desprenda con mayor rapidez. Además, permite estrechar los futuros lazos madre-hijo. Es probable que así reconozca de inmediato tu olor, los latidos de tu corazón, tu voz y esto le dé seguridad.
Mitos sobre las vacunas
Ojo. Falsas creencias que debemos eliminar acerca de la aplicación de estos medicamentos.
Es posible que en más de una oportunidad su médico le haya propuesto protegerlo contra alguna enfermedad a través de la vacunación, pero al llegar a casa y comentarlo en su entorno familiar o amical (incluso con algún amigo médico) le digan que “es muy peligroso, o que le puede traer muchos problemas e incluso causarle la muerte o daño irreversible”. Esto se debe a una mala interpretación sobre el debate existente en el mundo científico sobre la eficacia, seguridad y tolerabilidad de las vacunas en poblaciones específicas en especial y que aparecen en medios periodísticos escritos por personas sin mayor preparación en el tema.
Mito 1: La vacunación ya no es necesaria.
Esta es una creencia que afirma que al no existir algunas enfermedades la vacunación no es necesaria. Totalmente falso. La única enfermedad infecciosa erradicada en el planeta es la Viruela (¿recuerdan los mayores de 50 años la vacunación con un pequeño corte con una lanceta en el hombro izquierdo y la aplicación de una gota sobre la pequeña incisión?)
Oficialmente el último caso de Viruela ocurrió en Somalia en 1977. Sin embargo, aún tenemos enfermedades como sarampión, difteria, tétanos, polio, tos ferina, difteria etc, que, aunque se ha reducido su frecuencia, de presentarse puede tener impacto importante en la salud de las personas. Un ejemplo de esto fue observado en Estados Unidos, en donde en el 2015 se informó 159 casos de sarampión y un gran número de estos pacientes no había recibido la vacuna (45%) o tenía un antecedente de vacunación desconocido (38%). El número creciente de personas que optan por no vacunarse puede dar lugar a problemas relacionados con la atenuación de la inmunidad de grupo o rebaño.
Mito 2: Las vacunas producen autismo.
Los activistas antivacunas esgrimen este argumento basado en un artículo publicado en 1988 por Andrew Wakefield en The Lancet (una de las más prestigiosas revistas del mundo científico médico) en el cual señaló asociación entre la vacunación contra sarampión, parotiditis y rubéola (SRP, triple viral) y el autismo, que observó en ocho casos. Esto trajo muchos temores sobre cuán seguras eran estas vacunas. No tardó mucho tiempo y la verdad salió a la luz: existieron muchos errores en la metodología científica usada en dicho artículo lo que llevó a conclusiones erróneas. Por ello la revista The Lancet publicó una retractación parcial de dicho artículo en el 2004 y luego una completa en el 2010, con serias consecuencias al autor (se le revocó su licencia en Inglaterra y se le acusó de falta grave a la ética médica debido a la existencia de conflictos de interés de índole económico). Como estos detalles no eran conocidos por la sociedad no médica, permaneció el mito vigente que “las vacunas ocasionaban autismo” y fue la comunidad científica la encargada de desvirtuar dicha falsedad.
Mito 3: Las enfermedades autoinmunes son producidas por la vacunación.
Al momento, la hipótesis de la presencia de enfermedades autoinmunes y vacunación no ha sido probada. Hace poco se propuso en nombre de Síndrome Inflamatorio Autoinmune Provocado por Adyuvantes (ASIA, por sus siglas en inglés) como una clasificación de una serie de enfermedades autoinmunitarias emergentes, potencialmente relacionadas con los adyuvantes de las vacunas (sustancias que intensifican la capacidad protectora de la vacuna). Al momento ningún estudio ha demostrado que las vacunas produzcan algún trastorno autoinmune como el planteado.
Mito 4: “La Influenza es una enfermedad benigna sin complicaciones”
A pesar de su espectro clínico leve, en la historia de la humanidad no siempre ocurrió así. Es ampliamente conocida la epidemia de 1918 conocida como la ‘Gripe Española’ o la de finales de 1950 y comienzos de 1960 llamada ‘Gripe Asiática’ que reportó cientos de miles de fallecidos en el mundo. Más recientemente la Influenza H1N1 en el siglo XXI (2009-2010) produjo 18,449 muertes, aunque la existencia de subregistro hace sospechar una mortalidad mucho mayor. Los casos graves de Influenza no son frecuentes, pero de presentarse puede producir neumonía severa, encefalopatía y miocarditis, aparte de muerte. Los investigadores también han notado que después de brotes de influenza se presentan muertes inusuales relacionadas con complicaciones cardiacas y pulmonares, además del temido Síndrome de Guillain Barré (trastorno neurológico progresivo que termina muchas veces en Unidades de Cuidados Intensivos). Estas complicaciones se han observado en adultos mayores, personas diabéticas, con cirrosis o enfermedad renal y en las mujeres embarazadas.
Mito 5: No administrar vacunas a embarazadas.
La mayoría de vacunas disponibles no tienen contraindicaciones en la embarazada. Una excepción está hecha para vacunas con virus vivos, como la vacuna contra el virus de varicela-zóster y la triple viral, que no se recomiendan un mes antes o durante el embarazo, debido al potencial riesgo de transmisión del virus al feto.
Existen dos vacunas muy importantes en la gestación: la vacuna Tdap (tétanos, difteria, tos ferina acelular), de preferencia administrada entre las 27 y las 36 semanas del embarazo y la vacuna contra la influenza. La influenza, de manera particular, puede llegar a ser muy grave y poner en riesgo de muerte a la madre durante el embarazo y, por tanto, se recomienda vacunación durante la temporada de influenza, no habiéndose encontrado relación entre la vacunación y malformaciones congénitas, en ningún trimestre. El tétanos, la tos ferina y la influenza también son enfermedades inmunoprevenibles en la gestante, al igual que hepatitis B, Neumococo (neumonía) y Meningococo (Meningitis).
Reflexión
A pesar de que las evidencias científicas serias han demostrado no solo la gran utilidad de las vacunas, sino también la falsedad de las aseveraciones que aseguran que son productoras de gran daño en las personas, aún persisten estas falsas creencias en que se han vuelto verdaderas amenazas y que ponen en serio riesgo a las personas tanto a nivel individual como a nivel de comunidad. Por ello, insto a nuestros lectores a no rechazar la opción de tener protección específica contra enfermedades infecciosas a través de vacunas y ante cualquier interrogante no dude en preguntarle a su médico de cabecera, médico familiar, médico ocupacional o infectólogo entrenados y calificados en este amplio tema de vacunaciones.
El bloqueador adecuado
Tome sus precauciones. Los rayos solares se tornan intensos en esta época del año.
La piel es un órgano complejo que participa activamente en el mantenimiento del homeóstasis y protege al medio interno del ambiente que nos rodea. Durante esta labor, la piel está expuesta a muchos factores que la lesionan. Algunos son químicos como el agua, los solventes, los detergentes, los ácidos y las bases fuertes. Otros son físicos como traumas mecánicos y las radiaciones electromagnéticas. Dentro de este último grupo tenemos los rayos infrarrojos, los ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma. Dependiendo del grado energético de la onda de estas radiaciones, se evalúa el poder de penetración y su posible efecto negativo en la piel.
El sol constantemente está produciendo diferentes radiaciones electromagnéticas. A la superficie del planeta nos llega el espectro infrarrojo, luz visible y la luz ultravioleta (UV). Esta última es importante porque es la responsable de los cambios por exposición que observamos en la piel. La luz UV la podemos clasificar, según la longitud de onda, en tres tipos: a) luz UVA de 320 - 400 nm, b) luz UVB de 290 - 320 nm y c) luz UVC de <290 nm. Siendo las UVA y UVB consideradas como carcinógeno humano por el programa de Toxicología Nacional (NTP).
A pesar de la disponibilidad de los bloqueadores y la cobertura de los medios para protegerse del sol, el número de personas que sufren de cáncer de piel tipo melanoma sigue aumentando cada año. En el mundo se registran cada año 2 a 3 millones de casos de cáncer de piel no melanoma y 132 mil casos de melanoma. Uno de cada tres pacientes con diagnóstico de cáncer tiene cáncer cutáneo.
Un bloqueador solar adecuado debe proporcionar una amplia y elevada protección ultravioleta (UV) para el segmento B (UVB) y A (UVA). Los bloqueadores funcionan en base a uno de dos mecanismos: Los protectores minerales llevan ingredientes como el óxido de zinc o el dióxido de titanio, los cuales crean una barrera física que protege la piel del sol y los protectores químicos utilizan uno o más productos químicos como la oxibenzona, avobenzona, octisalato, octocrileno, homosalato, octinoxato, ácido paraaminobenzoico (PABA), dioxibenzona y parabenos, entre otros, los cuales causan una reacción química para prevenir daños causados por los rayos UVA y UVB del sol.
Criterios para elegir un bloqueador.
- Escoja un bloqueador solar con etiqueta SPF50: Un filtro solar de índice 15 protege en un 93 % de los UVB, mientras que los de SPF30 protegen en un 97 %, los de SPF50 protegen 98 %, pero cuando llegan a 100 o por encima ya no pueden proteger más.
- Escoja un bloqueador en crema: Los protectores en spray (o polvo) no son recomendables porque las partículas potencialmente toxicas se liberan en el aire, lo que facilita su respiración.
- Escoja un bloqueador que contenga óxido de zinc o dióxido de titanio, ya que han demostrado que el uso durante varios años es seguro y eficaz para bloquear los rayos UVA y UVB, y tengan el ingrediente activo mínimo el 22%
- Evite los protectores solares que contengan oxibenzona que causa alteraciones hormonales y daño en las células, y Vitamina A (Retinol Palmitato) que puede acelerar el desarrollo de tumores y lesiones de la piel.
- El bloqueador debe decir de amplio espectro o que bloquea los UVA y UVB: La FDA establece que los bloqueadores solares etiquetados como con “amplio espectro” protegen contra los rayos.
- Use la cantidad suficiente. Utilice 2 a 3 cucharadas de la loción en la mayor parte de su cuerpo o rocíe lo suficiente como para frotar y luego repita el procedimiento. Vuelva a aplicarse el protector cada dos horas y después de nadar o sudar.
- Elija un protector solar resistente al agua.