José Luís Villena Suárez

José Luís Villena Suárez

Médico Veterinario

CMVP: 4718

Martes, 17 Octubre 2017 11:47

El distemper canino

Preocupante. Las infecciones bacterianas secundarias a menudo complican la recuperación del can. La presentación aguda de la enfermedad es la forma más común de expresarse.

 

En la actualidad, el médico veterinario dedicado a animales de compañía se enfrenta a una variada problemática, siendo una de la más complicadas la que implica el manejo de enfermedades de origen viral, dentro de las cuales se encuentra el Distemper Canino, enfermedad de afección multisistémica altamente contagiosa de distribución mundial, con alta morbilidad y mortalidad. Aunque los cachorros menores de 1 año son los de mayor susceptibilidad, esta puede afectar a caninos en cualquier etapa de su vida.  Por lo expuesto, se trata de una enfermedad viral con mayor frecuencia en la consulta de las clínicas de animales de compañía que muestra signos de deterioro respiratorio, digestivo y nervioso, que varía enormemente dependiendo de la cepa viral, la dosis infectiva y la respuesta inmune de cada paciente.

El agente etiológico es un miembro del género Morbilivirus de la familia Paramyxoviridae y está relacionado cercanamente a los virus del Sarampión y Morbilivirus de los cetáceos.

El virus en tejidos y secreciones sobrevive aproximadamente una hora a 37°C, y por tres horas a 20°C. En temperaturas frías de 0°C a 4°C puede persistir en el ambiente por semanas y a - 65°C, al menos siete años. El virus es susceptible a la lejía y al amonio cuaternario 0.3 %.

La transmisión ocurre directamente por aerosoles o a través de excreciones oculares y nasales, orina y heces. El virus es muy sensible en el medio ambiente y se inactiva rápidamente por lo que la contaminación indirecta es rara.

Los cachorros que no han sido vacunados, han sido vacunados inadecuadamente, o no han recibido calostro; aparentemente sufren de una enfermedad más prolongada y grave, y tienen mayores tasas de mortalidad.

 

Una enfermedad agresiva

La presentación aguda de la enfermedad es la forma más común. El período de incubación (desde la infección hasta la aparición de signos clínicos) normalmente es de 7 a 14 días. Entre los 3 a 7 días, se presenta fiebre y leucopenia que casi siempre pasan inadvertidas. La fiebre disminuye durante algunos días hasta que se desarrolla una segunda fase febril, que normalmente va acompañada de conjuntivitis, rinitis y anorexia. Los signos gastrointestinales y respiratorios como tos, diarrea, vómitos, anorexia, deshidratación y pérdida de peso pueden seguir a continuación. Las infecciones bacterianas secundarias a menudo complican este cuadro.

Los signos del sistema nervioso central pueden desarrollarse a partir de la enfermedad sistémica como un encéfalo mielitis aguda. La presentación neurológica incluye contracciones bruscas involuntarias localizadas de un músculo o grupo de músculos, paresia o parálisis que comienzan a menudo en miembros posteriores (ataxia), convulsiones, sialorrea, movimientos masticatorios, pedaleo de los miembros, micción involuntaria y/o defecación, hiperestesia, vocalización, reacciones de miedo y ceguera.

Dependiendo de la severidad de la infección, todos o ninguno de los signos neurológicos pueden ser evidentes. Después de la recuperación del distemper agudo o de una presentación inaparente, los trastornos neurológicos pueden tardar en presentarse algunas semanas o hasta meses.

Para el diagnóstico es importante realizar un minucioso examen clínico. Para confirmar las sospechas se debe de contar con acceso a laboratorios de referencia que cuenten con la tecnología adecuada, siendo el hemograma una prueba de tamiz, al alcance de muchos propietarios y profesionales, pasando por la inmunocromatografía y los test de Elisa, los más confiables.

Los datos hematológicos anormales que incluyen leucopenia, linfopenia severa ( < 1000 linfocitos es altamente sospechoso de infección); la trombocitopenia tan baja como 30 000 células, y anemia regenerativa de grado variable son hallazgos comunes en hemogramas de perros infectados.

 

Nada como la prevención

Respecto al tratamiento no existe uno específico. Las medidas terapéuticas son sintomáticas y de sostén, están dirigidas a limitar la invasión bacteriana secundaria con la utilización de antibiótico de amplio espectro, apoyar el equilibrio de líquidos en caso de problemas respiratorios, expectorantes y broncodilatadores. Es vital mantener el bienestar general del paciente y controlar las manifestaciones nerviosas.

La prevención, con vacunas a virus vivo modificado son la mejor arma para prevenir la enfermedad, esta se puede iniciar en cachorros sanos desde los 45 días y debe repetirse todos los años.  Los grupos de riesgo son los cachorros y perros viejos.

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